Esta historia es en la ciudad de Tegucigalpa, Honduras, la cual es la capital de nuestra querida república. El clima es fresco pues se cuenta con muchos árboles por lo que no es nada raro el que llueva fuertemente para las épocas de Invierno.
Carlos (como le llamaremos) es un taxista que cubre una de las tantas rutas de Taxis de Tegucigalpa. Un fin de semana Carlos decidió ir con unos amigos a una de las discos ubicadas en el Boulevard Juan Pablo II a pasar un buen rato entre tragos, baile y comida. Resulta que Carlos en la disco conoció a una chica muy bonita a quien llamaremos Ana. Ana no quería hablar con Carlos a pesar de los intentos de éste por conquistarla pues él había quedado prendado de ella por su belleza.
Al cabo de un buen tiempo la joven cedió después de tanto intento del pobre Carlos. Tomaron unos tragos y comenzaron una plática muy amena. Ana comenzó a sentirse atraída por Carlos, por su manera de tratarla y hacerla sentir, la hacía sentir muy dichosa, eso lo irradiaba con una gran sonrisa. Siguieron en la disco y luego de unos tragos comenzaron a bailar.
Ya entrada la madrugada -como a las tres de la madrugada- Ana le dice a Carlos que se debe ir a su casa. Carlos enamorado de ella viene y le dice que le va a dar aventón (la llevará en su carro), y ella acepta.
Caía una lluvia muy fuerte de la cual no se habían percatado debido al alto volumen de la música. Carlos mostrando su cortesía extendió su chumpa (abrigo) de cuero sobre Ana para cubrirla de la lluvia. Una vez dentro del vehículo Ana estaba tiritando por el frío y Carlos le dijo que se pusiera la chumpa para que estuviera más caliente, luego le preguntó por dónde iba y Ana le dio una dirección apartada y cercana a un cementerio llamado Santa Anita.
A Carlos se le hizo corto el tiempo por lo enamorado que estaba de de la bella joven. Finalmente llegaron. La lluvia persistía. Ana le señaló a la distancia su casa. Él le dijo que pasaría por su casa al día siguiente para recoger la chumpa y sin decir más le dio un beso tierno. Ana se rió con él y le dijo que estaba bien.
A la mañana siguiente Carlos va nuevamente a la casa de Ana. Toca la puerta y aparece una anciana. Carlos la saluda y le consulta por Ana. La señora está como sorprendida y le dice a Carlos que no bromee. Carlos le dice que recién conocía a Ana del día anterior y que venía a recoger su chumpa (aunque por dentro deseaba ver nuevamente a Ana). La señora muy nerviosa le dice a Carlos que Ana había muerto hacía algunos años y para mostrárselo fueron al cementerio Santa Anita y allí, para horror de Carlos, se encontraba la chumpa sobre la lápida de Ana.
Carlos quedó muy mal de salud luego de lo ocurrido. Pero éste es sólo uno de los muchos casos que se cuentan en nuestra Honduras desconocida.
Cuidado con las chicas atractivas por las noches
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Cuentan por ahí que había un hombre -al cual llamaremos Juan- que vivía solo en su casa porque no quería casarse ni tener novia, porque nadie le hacía caso ya que había perdido un ojo en un accidente.
Juan sólo tenía de compañía una perra, la cual era la que lo acompañaba siempre.
Resulta que Juan, como se sabe es un hombre y tenía sus necesidades y él quería tener relaciones con una mujer, pero como no podía porque vivía muy aparte del pueblo, decidió tener relaciones con la perra que lo acompañaba siempre. Así lo hizo.
La perra quedó embarazada. Cuando Juan se dio cuenta que la perra estaba embarazada decidió cuidarla y así iba a poder tener un hijo. La perra dio a luz una hermosa niña normal como su padre. Él decidió ocultarle a los demás quién era la madre de la niña y sólo decía que se la había regalado una mujer y que había desaparecido.
Pasó el tiempo y la niña creció convirtiéndose en una hermosa joven. Su padre murió de cáncer y la Perra que era su madre también falleció. La niña se llamaba Mariela.
Cuando Mariela quedó huérfana muchos muchachos empezaron a cortejarla, pero ella no les hacía caso. Un día llegó Gabriel, un joven apuesto y sincero que al verla quedó prendado de su belleza y se enamoró de ella.
Mariela salía con Gabriel porque el amor era mutuo, salieron un tiempo y después decidieron casarse. Todo iba bien hasta que una señora que conocía a Mariela desde pequeña y sabía su procedencia quiso empañarle la felicidad a la pareja y decidió contarle al joven la verdad, que era hija de un animal.
- Gabriel, quería decirte algo. -Le dijo la señora.
- Sí, dígame Doña Carmen.
- Mira, yo no soy quien para contarte esto, pero tú eres una persona buena y esa muchacha con la que te vas a casar no es buena para ti.
- ¿Por qué dice eso? si los dos nos amamos y va a ver que vamos a ser muy felices.
- Pues yo creo que no. Mira, la verdad es que Mariela no es normal, es hija de una perra y un hombre que tuvieron relaciones. Es una mujer que de seguro es mala por su por su procedencia.
- Eso no puede ser cierto.
- Te estoy diciendo la verdad muchacho y si no me crees, anda y vigílala y verás que cuando está sola actúa muy raro.
- Bueno, está bien.
Gabriel se fue por la noche a espiar a su amada y vio por las cerraduras de la puerta cómo se desvestía. Le quedó viendo su hermoso cuerpo y estaba maravillado de lo hermosa que era. Ya estaba a punto de desistir de lo que había dicho la señora cuando de pronto vio que antes de acostarse daba unas vueltas para un lado y unas vueltas para el otro, después se acostó. Y dijo para sí. ''Eso es lo que hacen los perros antes de acostarse''.
Muy desilusionado por lo que había visto decidió irse lejos y no volver a ver a su amada.
Mariela, al día siguiente estaba muy triste porque su novio la había dejado. A los tres días alguien le dijo que había sido porque Doña Carmen le había dicho que ella era hija de una perra.
Se fue corriendo muy enfurecida con aquella señora y tomó la decisión de suicidarse. Se ahorcó en un árbol, pero antes de irse pidió que cuando ella se muriera la dejaran sola con esa señora.
Así fue. En el velatorio sólo quedó Doña Carmen velándola, y como a las 12:00 m. el ataúd empezó a abrirse. Doña Carmen tenía mucho miedo pero no podía correr del miedo que la invadía y algo la hizo acercase al ataúd. Cuando estuvo cerca del ataúd una mano de Mariela salió, le arrancó la lengua y le dijo:
- PARA QUE NO LE VUELVAS A HACER DAÑO A NADIE CON TU LENGUA, VIEJA CHISMOSA.
Cuenta la leyenda que la mujer se volvió loca y pasó sus últimos días en un manicomio y nunca más pudo hablar por andarse metiendo en la vida de los demás. |
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Dicen que cierta noche un joven de un pueblo de Santa Bárbara salió de su casa a visitar una muchacha que le gustaba, la verdad es que él estaba muy enamorado. Se quedó con la muchacha hasta pasadas de las 9:00 pm. Cuando regresaba a su casa, al cruzar por una quebrada (riachuelo) vio a una joven lavando su ropa por lo que debido a que era de noche y que no había nadie más alrededor trató de seducirla sin que la muchacha le correspondiera y manteniéndolo ignorado sin darle la cara.
Él, abusivo y al sentir el desprecio de la joven, trató de abusar de ella, sujetándola con fuerza y trató de apartar la enorme cabellera que le cubría el rostro de la mujer sin resultado alguno. La mujer se soltó de él y apenas alcanzó a escuchar un ligero sollozo de ésta, pero el hombre no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de seducirla.
Se disculpó por el forcejeo y le dijo que lo único que quería era un beso por lo que la mujer asintió con la cabeza y él se acercó a ella, apartando su pelo para dejar al descubierto su rostro y poderlo besar. Haciendo esto se escuchó el mayor alarido que garganta humana puede escuchar y el hombre salió corriendo volviéndose loco en el acto, y lo único que exclamaba era que había visto una mujer con cara de monstruo y con un aliento pestilente.
Hoy en día se dice que esta mujer se le aparece a los hombres mujeriegos en sitios solitarios de su camino y es muy conocida como La sucia por su costumbre de aparecerse lavando ropa sucia
Otra versión de la Sucia (Texiguat)
LA SUCIA
En la región de Texiguat se aparecía una mujer espectral, la sucia. Se trataba de una joven con el cuerpo desnudo, muy esbelta y sensual. Quienes afirman haberla visto aseguran que los cabellos le llegan hasta más abajo de las caderas, pero nadie ha podido ver su rostro. Aquéllos que la contemplan suelen padecer fiebre durante varios días.
En Sabanagrande, las gentes del pueblo creen que la sucia es una creación del demonio, pues siempre anda desnuda y tentando a los hombres. Ramos y Valenzuela la describen como un ser con capacidad de trasladarse "a saltos invisibles" de un sitio a otro y con poder de transmutación: la joven sin rostro se transformaba en una vieja con largas greñas y senos grandísimos que ofrecía voluptuosamente a los asustados paseantes nocturnos. |
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Este ser se registró hace años, fue visto por varias personas, sólo que todos eran personas de campo, pues es el sitio perfecto para este tipo de seres, muy misteriosos y escurridizos. Aún ahora se conoce del Sisimite.
El Sisimite es comparable al Bigfoot de los Estados Unidos o Yeti de los Himalayas. Claro, estando en un clima tropical es de esperarse que existan algunas diferencias.
El Sisimite también conocido con el nombre de Itacayo. Mando una recreación que se tiene de dicho ser:
Él se alimenta de frutas.
Se cuenta que uno de los departamentos de nuestro país llamado Danlí aparece al igual que el duende, sale en busca de jóvenes campesinas para robárselas.
El momento que aprovecha para efectuar la caza de las jóvenes es cuando se recoge el maíz de las milpas (cultivos de maíz). Valiéndose de que el maíz es muy alto se camufla y a gran velocidad y con gran destreza se lleva a su víctima a su cueva que no es de fácil acceso si es que se le encuentra.
Tiene gran fuerza y hace fuertes gruñidos como un mono aullador. Una vez que tiene a la joven se dice que la tiene para que le tenga sus hijos, embaraza a las jóvenes dando así a luz a una criatura mitad humano mitad bestia.
Se conoce todo esto pues que se sepa solamente una mujer logró escapar de las garras del Sisimite aunque esto le costó perder los engendros que había dado a luz con el grotesco ser.
Jóvenes, no salgan solas a los maizales pues puede que el Sisimite les esté observando y tramando cómo llevarlas a sus aposentos.
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Otra versión del SISIMITE
EL SISIMITE
Al igual que sus parientes de las nieves, el yeti del Tíbet y el bigfoot de EEUU y Canadá, el sisimite es otra de esas criaturas que aparecen de la nada y desaparecen del mismo modo. Según el investigador hondureño Jesús Aguilar Paz, el sisimite o itacayo deambula por las altas montañas y habita en inaccesibles cavernas, alimentándose de frutas silvestres, de la misma manera que sus parientes cercanos de México y Argentina, el peludo y el ucumar respectivamente. "Estos monstruos secuestraban a mujeres, y se las llevaban a sus cuevas. Se dice que de esta unión nacieron hombres-simio". Aún se comenta en los pueblos de las montañas la historia de una mujer que logró huir del escondite donde vivía con un sisimite. Según cuentan, la criatura la persiguió cargando con los tres hijos que habían tenido en común y enseñándoselos a la madre. Ésta logró cruzar un río mientras la bestia, desde la otra orilla, le mostraba a los pequeños para lograr atraerla. Al parecer, los intentos del sisimite no surtieron efecto, de tal modo que, enfurecido, arrojó a los niños al agua y perecieron ahogados. El fraile italiano Federico Lunardi, uno de los más importantes estudiosos de la cultura hondureña, asociaba esta criatura al dios Chac de los mayas, "el que sostiene el cielo, el dios del agua". Según Lunardi, la creencia popular sostiene que en el interior de una de estas cuevas, en una pared, están grabadas "la mano con sus dedos" y varias huellas que habían dejado los sisimites que acudían a media noche a la caverna para afilar sus uñas en la roca.
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Cuentan las personas de edad y algunas personas de las zonas del campo de nuestro país que esto ha sido cierto y es verídico. Muchos relatan que ellos mismos lo han visto con sus propios ojos.
Es interesante que el cadejo es un animalito (o un espíritu o demonio en forma de animal) similar a un perro. Para muestra les mando foto de cómo se les ha representado.
El caso del Cadejo no es exclusivo de Honduras, se da en varios países de Centroamérica, pero ésta es la versión que se cuenta al menos en mi país.
En primer lugar el cadejo no es un ser que te sale a toda hora del día, no; él sale solamente durante las altas horas de la noche. Él es el fiel acompañante de los viajeros solos de la noche. Vengan de donde vengan él los sigue. A muchos les ha salido o aparecido por quedarse hasta tarde donde sus novias, al jugar o departir con amigos... en fin, tantas situaciones que mejor seguimos con nuestro relato.
Como decía el cadejo sigue al caminante y por momentos la persona percibe su presencia por lo que voltea y observa que un pequeño como perro lo viene siguiendo por lo que no presta ninguna importancia a su presencia, pero a medida va avanzando la persona se da cuenta de que por rápido que camine aquel animal nunca se queda atrás, esto más que el animal se va volviendo cada vez más grande. Gente que se ha salvado de milagro cuenta que llega a alcanzar el tamaño de un caballo, con los ojos rojos como fuego y que por sus narices echa fuego.
Hasta este punto cabe mencionar que hay dos cadejos, uno blanco y uno negro. El blanco se cuenta que es un espíritu bueno que acompaña al viajero nocturno para cuidarlo y protegerlo del ataque del cadejo negro. El cadejo negro es un ser maligno que sigue al caminante nocturno para asustarlo como ya hemos visto y finalmente darle muerte.
Cuando el cadejo negro decide matar lo hace aplastando a la persona, es decir no la mordisquea, sólo la golpea salvajemente hasta producirle la muerte o dejarla al borde de la muerte, por ello es que se conoce de esto. También es interesante que cuando el cadejo negro persigue a un caminante y se topa con el cadejo blanco, este último adopta el tamaño del cadejo negro y se enfrascan en una tremenda lucha en la cual hay mordidas, golpes y claro, mucha sangre. Esto se sabe por los que han tenido la dicha de que el cadejo blanco les salve la vida.
Esta es la leyenda del cadejo. Tengan cuidado si salen por la noche a la calle o en el bosque, más si ven un perro negro siguiéndoles, bien puede ser el cadejo. |
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EL COMELENGUAS
En los años 50, en Nacaome, al sur de Honduras, una misteriosa criatura causaba pavor a los lugareños. En Literatura oral de la Zona Sur (Tegucigalpa, 1996), Karen Ramos y Melissa Valenzuela describen cómo varios campesinos observaron un ave gigantesca sobrevolando las haciendas de dicha localidad. Según estos mismos testigos, al día siguiente de los avistamientos se encontraron algunas reses muertas en extrañas circunstancias. Un campesino asegura que vio cómo la criatura atacaba a un toro usando su cola, semejante a una gruesa serpiente, para estrangular al animal y, finalmente, arrancarle la lengua. Sin embargo, esta descripción no concuerda con otros relatos en los que se asegura que el misterioso animal, bautizado con el descriptivo nombre de comelenguas, no dejaba signos de violencia tras sus ataques. En aquella época, muchos hacendados se quejaban de la pérdida de ganado vacuno. Invariablemente, las reses aparecían muertas, con la lengua cortada de raíz y las quijadas dislocadas. También se recogió informaciones semejantes a miles de kilómetros de distancia en el estado de Goias (Brasil). Los casos ocurrieron en los años 40 y presentaban características similares a los que tuvieron lugar en Honduras. Estas mutilaciones recuerdan a las que han sido relacionadas con el fenómeno OVNI o con el ya célebre chupacabras. Un pariente cercano al comelenguas es el pájaro-león, que atemorizó a los habitantes de la región de Sabanagrande. Según la tradición, esta bestia, descrita como un ave de grandes dimensiones y pico enorme, devoraba o enloquecía a quienes tenían la desgracia de cruzarse en su camino.
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EL TIMBO
A principios de siglo XX, un molesto visitante merodeaba por los cementerios de la región de Sabanagrande y Texiguat. Se trataba del timbo, una criatura profanadora de tumbas que se alimentaba de cadáveres y que también era conocida como sacamuertos o comemuertos. Dicho ser, de aspecto similar a un perro de hocico pronunciado, caminaba sobre dos patas, poseía un vientre abultado y pelaje rojizo. A esta inquietante descripción se añadían unos brazos extremadamente largos y unas enormes garras que le servían para arrancar raíces y cavar sepulturas.
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Las criaturas de hábitos sanguinarios han sido una presencia constante en las zonas rurales de Honduras. En el antiguo cuartel de Texiguat se aparecía a los soldados el picudo, animal parecido a un perro aunque de cabeza semejante a la de un cerdo. Todavía hoy, muchos habitantes de la ciudad recuerdan los relatos que describían las andanzas de esta criatura que succionaba el fluido vital de los soldados dormidos. "Se cuenta que les chupaba la sangre a través de la boca sin que los infortunados llegaran a despertarse. Después enfermaban y morían a los pocos días", dijo Juan Avellano Díaz, de Trujillo, que vivió muchos años en Texiguat.
"Mi padre vio al picudo en el cuartel. Disparó contra el animal y, de repente, apareció otro que era aún más grande. Papá despertó inmediatamente a los soldados, pero ya era demasiado tarde; los picudos lograron escapar", asegura Juan Avellano.
Según explican Karen Ramos y Melissa Valenzuela, la última vez que apareció el picudo fue en 1937, en vísperas de Semana Santa. "Siempre le hacían tiros pero nunca le pegaban – relató un testigo a las autoras – , entonces, unos soldados que eran más vivos curaron (bendijeron) las balas. Mire que esta vez le dispararon y le pegaron, y entonces la huella de sangre del animal iba derecho a la poza de Barraituca y de ahí se tiro (el animal)".
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Al igual que sucede en Brasil, en Honduras habita el gritón, una criatura que jamás ha sido vista pero cuyos espeluznantes aullidos rompen el silencio nocturno en las selvas y montañas del país. En la región de Trujillo y en el valle de Sula varios campesinos afirmaron haber oído los gritos desgarradores de este ser. "Yo conozco todos los animales de estos montes y nunca he oído nada semejante", era lo que casi todos contaban. Algunos decían que eran "espíritus de hombres errantes" asesinados en los senderos y quebradas y que gritaban su desesperación.
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Se cuenta que en el enclave de Piedra Blanca, cerca de Trujillo (Costa Atlántica), había una cueva habitada por un lagarto de oro que perseguía al ganado vacuno. En la gruta, que posee pinturas rupestres, se oían extraños ruidos que amedrentaban a los lugareños. Quizá la historia más antigua respecto a este lagarto, que más bien parece una especie de cocodrilo dorado, es la que se remonta a los primeros años de la conquista, cuando soldados españoles llegaron hasta el actual municipio de El Corpus y encontraron bajo la tierra enormes cantidades de oro. Para facilitar la explotación del preciado mineral excavaron un túnel con una longitud aproximada de 3 kilómetros.
Reza la leyenda que un Jueves Santo, los taladros llegaron al punto exacto donde hoy se encuentra el altar mayor de la iglesia, descubriendo una gran laguna de aguas verdes. En su fondo se movía un descomunal lagarto de oro que mostraba amenazantemente sus poderosas mandíbulas a los intrusos.
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LOS CÍCLOPES
Entre los indígenas de la aún poco explorada selva Misquita existe la creencia en un ser que se asemeja a los cíclopes de un solo ojo. La antropóloga Anne Chapman recogió en los años 70 relatos que tenían por protagonista a esta criatura y los publicó en su libro Los hijos de la muerte: el universo mítico de los Tolupanes-Jicaques de Honduras. Una de estas historias se remonta a mediados del siglo pasado y habla de un indio, Julián Velásquez, que no quiso ser bautizado. Vivía cerca de la laguna Seca (Departamento de Santa Marta), pero viajó hacia la costa atlántica en compañía de un brujo. Allí encontró a una tribu de antropófagos que poseían un sólo ojo. Julián fue capturado y estuvo prisionero junto con tres ladinos (como se denomina a blancos y mestizos) para ser engordados. "Los matan con cuchillo, degollados; la carne la comen frita y la echan con manteca en una botella", cuenta un informante de Chapman. Julián Velásquez logró escapar de la infame tribu. Nunca más se ha oído hablar de tales cíclopes.
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Los duendes son los personajes fantásticos más recurrentes en las zonas rurales de Honduras. Para los campesinos no se trata de ninguna leyenda, sino de seres de carne y hueso que han podido ser vistos en raras ocasiones. Se cree que esta especie de enanitos encantados vive, junto a sus bellas esposas, en palacios subterráneos repletos de tesoros. Travieso como la mayoría de los duendes europeos, el hondureño se enamora con facilidad de las campesinas jóvenes y suele acariciar descaradamente los senos de las púberes.
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